A veces, es sabio guardar distancia para mirarse a sí mismo o "desmarcarse" un rato.
Han sucedido muchas cosas en mi vida: buenas y malas. Pero, sobre todo, necesarias para replanteo, reflexiones y reinvenciones.
Hoy, siento que la vida es perfecta, aunque no lo veamos. Que el presente es lo único que tenemos. Que nada es blanco o negro, porque existen matices. Que nuestros mejores "maestros", son las personas o situaciones que nos causan dolor.
Que no debemos dar nada por sentado. Que tenemos que agradecer por cada día. Que nuestro principal refugio es la familia; sin importar cómo la definamos. Que siempre podemos elegir, porque el cambio nace de nosotros. Y, que el perdón, es liberación.
Que para poder amar... primero, debemos amarnos a nosotros mismos. Que la pasión, debería ser el motor de todo lo que hacemos.
Que siempre se puede volver a empezar, si escuchamos a nuestro corazón...
Vivamos la vida, en compañía del niño que todos llevamos adentro: Con capacidad de asombro. Sin miedos, ni prejuicios. Con la sonrisa "a flor de labios".
Y, cumplamos nuestra misión:
¡Ser felices!
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