Cuando me
diagnosticaron cáncer de mamas en el año 2004, no tenía trabajo ni previsión o
seguro de salud. Por lo tanto, me encontraba en una situación muy compleja, ya
que cargaba con una enfermedad catastrófica que no podía costear y de eso,
dependía mi vida.
Sin embargo, ese
mismo año, el Estado chileno recién había implementado un programa de salud que
terminaría cubriendo todos mis gastos y me salvaría: el Plan Auge.
Así, cuando
estuve sana, pero no de alta, comencé a retomar mi vida laboral, entre otras
cosas.
No fue fácil,
porque me sentía menoscabada físicamente e ignoraba si sería capaz de enfrentar
la carga de trabajo y las exigencias que implicaba conseguir un cargo
en cualquier empresa.
Con el tiempo, fueron
apareciendo las oportunidades laborales y tuve que afrontar mis miedos,
inseguridades o posibles complicaciones de salud.
Poco a poco, pude
salir adelante y estuve a la altura. Sin embargo, a través de los años mi vida
laboral cambió mucho, porque tuve que adaptarme a las nuevas circunstancias.
Luego de pasar
por esta enfermedad, algunas mujeres retoman sus antiguos empleos. Otras, como
yo, los cambian radicalmente. O quizás, muchas no pueden volver a trabajar. Con
los costos humanos, familiares y económicos que eso implica.
A pesar de todo,
podemos volver a levantarnos y rehacernos muchas veces con la ayuda de nuestra fuerza interior.
Carlota
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